¿Permitir o forzar?
Artículo publicado en la revista de comunicación científica "Mujer y Salud"
Una de las características del método de trabajo corporal que llamamos Diafreo es el estirar la musculatura desde soltar, no desde forzar. Los músculos no son sólo los motores del movimiento, también son sus frenos.
En Diafreo trabajamos llevando nuestras estructuras; huesos, articulaciones, a su eje, y una vez allí se propone soltar los mecanismos que les impiden estar en esa posición de forma espontánea.
En su eje nuestras articulaciones conservan sus superficies articulando en armonía, conservan el espacio necesario entre sus extremos para que el movimiento no provoque roces ni desgastes.
Las superficies articulares coinciden para que el movimiento producido por la tracción de los músculos se traduzca en el deslizamiento de una superficie sobre otra, el bombeo provocado por este movimiento no sólo no perjudica a la articulación sino que la ayuda a regenerarse, a nutrirse, aumenta la circulación sanguínea, el movimiento de la linfa, y la regeneración del cartílago y el hueso.
Un mal alineamiento de la articulación convierte el mismo movimiento en perjudicial, produce fricciones y desgastes que llevarán a la larga a provocar daño articular, inflamaciones agudas o crónicas, artrosis…
No es lo que hacemos sino cómo y desde dónde lo hacemos.
En una visión más global la distribución de las masas en nuestro cuerpo, pelvis, tronco , cintura escapular y los sistemas que contienen, órganos, glándulas… tienen también su lugar de equilibrio, el lugar donde los pesos son distribuidos (por ejemplo, estando de pie) a través de la pelvis y de las piernas, de manera que al final descansen en nuestro apoyo en el suelo. Si estas estructuras no están alineadas el peso ya no se distribuye hacia el lugar de apoyo sino que pasa a ser suspendido de la musculatura, la cual se tensa para soportar ese peso, en detrimento de sus funciones de distribución de los pesos y movimiento.
Soltar es permitir, no forzar.
Si estiro una pierna y mi objetivo es verla recta rápido ,”hacerlo bien”… utilizaré mi fuerza y mi voluntad pero no estaré a la escucha de los pequeños frenos que surgen en el camino… mis glúteos se tensan, porque siempre participan cuando tengo prisa, pero los glúteos impiden la flexión de la cadera, así que haré más fuerza para superar esta resistencia, mis isquiotibiales y gemelos participan en casi todos los movimientos que hago ,así que, aunque su función sea la de flexionar, también los utilizaré para extender la pierna… el movimiento es cada vez mas difícil, más costoso, pero yo tengo un objetivo, estirar mi pierna... y estoy acostumbrada a esforzarme, a superar los límites y las dificultades, y esto no va a ser menos , el ejercicio me resulta agotador, tiro con los brazos, hago fuerza con los hombros y, al final , para llegar un poco más allá aguanto la respiración. Objetivo alcanzado, pierna estirada... ¿Qué precio he pagado?; tensión en rodilla y cadera, tensión en hombros, dorsales bloqueadas y doloridas.
Pero hay otra manera, otra propuesta, estar en el cómo, escuchar y permitir.
Escuchar dónde siento las primeras tensiones y soltar, no forzar una articulación sino sentirla, escuchar dónde están los frenos y darme tiempo, respirar cada movimiento, y sentir hasta dónde puedo llegar sin que el resto del cuerpo se bloquee, cuales son mis límites y respetarlos, no tienen que ser los mismos que los de mi compañera, cada una tenemos nuestro cuerpo, nuestra historia, nuestro carácter, solo conociéndome me podré respetar y solo respetando podré conocerme.
Después me estiro, observo qué ha cambiado, que espacios se han abierto, la diferencia entre una pierna y la otra. Y habito ese espacio, el lugar que ocupaban las tensiones, el lugar que ocupaban los esfuerzos, los “debería ser”, los “tengo que”, los mandatos que interioricé y confundí con mi ser, mi carácter.
Y debajo, en el soltar, en el permitir, aparezco yo, ocupo el espacio que me corresponde, vivo y me relaciono desde mi presente.
Y al ocupar mi espacio ocupo mi tiempo, existo en un tiempo y en un lugar precisos. Dejo de habitar en el espacio atemporal de mi mente, desde donde todo y nada es posible y actúo desde el deber y la fantasía, desde la abstracción, y al llevar mis objetivos a la realidad me es imposible materializarlos, no tengo tiempo, tengo que hacer más y más rápido y mi espalda se tensa para empujarme hacia delante, mis gemelos se activan preparándome para la carrera que supone encajar mis planes y deseos en el tiempo y el espacio, y si no encajan es un fallo de la voluntad, más esfuerzo, más tensión, más prisa.
Respiro… mi cuerpo existe aquí y ahora, mi mente es un valiente gestor de experiencias y planes y mi inconsciente un profundo pozo de sabiduría, existo en todos los planos...